Los trastornos de neurodesarrollo están expuestos a múltiples factores de riesgo como las condiciones de salubridad precarias, deficiencias nutricionales, entornos de aprendizaje poco estimulantes, entre otros (1).
En América Latina y el Caribe las brechas socioeconómicas en el desarrollo se hacen evidentes desde muy temprano, incluso desde el primer año de vida, y son crecientes con la edad (2), y por la multicausalidad del problema es importante determinar la magnitud y su asociación con diversos factores.
En la Región Junín, ubicada en la sierra central del Perú, no se dispone de información sobre la prevalencia de retraso en el neurodesarrollo. Según indicadores de resultado de los programas presupuestales se reporta 68.4% de niños que tienen control de crecimiento y desarrollo para su edad (3).
En literatura hay escasos estudios entre el neurodesarrollo y la inseguridad alimentaria nutricional, y como el indicador de impacto de la inseguridad alimentaria nutricional es la malnutrición es importante estudiar la asociación entre neurodesarrollo y malnutrición (4), que incluye no solo a las formas clínicas severas de desnutrición, como el marasmo y Kwashiorkor, sino formas leves caracterizadas por déficits en uno o más de los índices antropométricos, así por su asociación con el sobrepeso y obesidad.
En la población infantil peruana la malnutrición más frecuente es la deficiencia de micronutrientes, principalmente la deficiencia ferropénica que ocasiona anemia, con una prevalencia al primer semestre del 2019 de 52.2% en niños menores de tres años, mientras que en la región Junín fue ligeramente superior (57%).