He aquí, lo no común, lo singular, lo extraordinario, lo divino o diabólico del arte. El escritor, con el lenguaje en sus diferentes niveles, logra engañarnos, logra convencernos, que lo que nos cuenta […] es algo novedoso como lo hace un mago ante sus espectadores. Y eso es lo que a los lectores nos sorprende, pues, en el fondo eso no es más que el reflejo de la vida, pues, eso es la vida, una apariencia.
Este uso del lenguaje y esta concepción de la vida son muy bien aprovechados por Marlon Vega en la configuración de sus universos narrativos cortos. Sus cuentos recrean estas piezas de la existencia humana de forma sugestiva y, a la vez, misteriosa y obscura. Basta leer los epígrafes, que anteceden a cada historia para comprender que estamos ante un escritor que al igual que los escritores “malditos”, se complace en recrearnos el fracaso, la frustración, el vacío, la violencia, la crueldad, la muerte, que no son más piezas del rompecabezas que es la experiencia humana.
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