Pérez-Ruibal nos convoca a su experiencia del
neohuaquero: nos devuelve a Aiapaec, el dios creador, de
múltiples relatos. Nos permite una profanación lúdica a
la huaca y al interior de un mundo imaginado en rayos
X. Por momentos los dioses se expanden, actúan y se
hablan. Dejan de ser huacos, son personajes vivos y su
vida trastoca el espacio que les fue dado desde la
disciplina.