Los que le han seguido la pista a Andrés Mauricio Muñoz, saben que leerlo resulta en una experiencia perturbadora. Esto se debe a su capacidad de crear personajes entrañables, seres que conocemos de toda la vida y llegan a ser tan tangibles que, en medio de la lectura, nos convertimos en cómplices de sus vidas: disfrutamos sus alegrías y sufrimos sus tragedias.