La juventud primera, aquella anclada en la escuela, es un torrente de vitalidad creativa. Los escarceos literarios de esta etapa son intensos, aunque, muchas veces, las emociones suelen desbordarlos. La literatura, aún rústica, fluye por el papel bajo la consigna del «yo escribo y no corrijo» al que se refería Javier Heraud. No obstante, una mirada posterior y serena muestra la necesidad de articular esa sensibilidad para moldear esa arcilla aún informe.
Bosque de latidos da cuenta de ese proceso intenso y complejo —emprendido por las estudiantes del tercer y quinto grado de secundaria de la institución educativa Nuestra Señora de Fátima— de buscar el equilibrio entre la forma y el fondo. Aquí se recogen algunos de los textos literarios que se han ido cociendo y moldeando en los fuegos rápidos de los talleres literarios impartidos.