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ISBN 978-612-49052-9-2

Educación inclusiva en Latinoamérica: Enfoque intercultural


Autor:Lázaro Guillermo, Juan Carlos
Del Aguila Del Aguila, Amanda
Avilés Sandi, Jhon Edwar
Guerra Rios, Ader Martín
Auris Palomino, Martha Cirila
Yon Delgado, Julia Cecilia
Editorial:Mar Caribe de Josefrank Pernalete Lugo
Materia:Investigación
Clasificación:Estrategias y políticas educativas: inclusión
Público objetivo:Profesional / académico
Publicado:2022-12-01
Número de edición:1
Número de páginas:0
Tamaño:5Mb
Precio:S/50
Soporte:Digital
Formato:Pdf (.pdf)
Idioma:Español

Reseña

En el presente trabajo abordaremos dos conceptos claves en nuestra sociedad actual y por ende en nuestra escuela: la educación intercultural y la inclusión educativa. La educación intercultural, es una de las mejores vías para lograr la inclusión educativa en la actualidad. Un análisis cuidadoso de ambos conceptos nos muestra cómo comparten muchos de sus objetivos, ofreciendo diferentes caminos y opciones para acoger a todos los estudiantes, asegurando el acceso a una educación de calidad. Todo tiene el origen, en la responsabilidad de la sociedad y las escuelas, de crear comunidades democráticas, donde cada niña o niño, obtenga todo lo que necesita para crecer. La educación intercultural y la inclusión tienen varias conexiones que pueden y deben orientar nuestra práctica educativa. En otras palabras, la educación inclusiva es una forma de enseñar y de educar.

Partimos del supuesto de que las diferencias se consideran enriquecedoras, por lo que la escuela debe preparar a sus alumnos para la vida, y la convivencia en un entorno cambiante y heterogéneo. En nuestro análisis, cubrimos algunos términos claves como la diversidad, la diferencia y la desigualdad. La diversidad es uno de los signos de la humanidad y por tanto de nuestras sociedades. La escuela, como institución espejo de la sociedad, no es ajena a ella, y debe cuidar la diversidad que le concierne.

Pero ¿qué tiene que ver el concepto de diversidad con la educación inclusiva? gestionar y comprender la diversidad es el punto de partida de la educación inclusiva. Muchas veces las diferencias en nuestras escuelas justifican la exclusión educativa y social de muchos niños, especialmente de aquellos que tienen una cultura diferente y hablan un idioma distinto al nuestro.

Sin embargo, es necesario precisar que la diversidad cultural de alumnos no surgió de la llegada de niños de otros países, como muchos piensan, recordemos el caso de los alumnos gitanos españoles, escolarizados por un largo periodo en aulas puentes. Las clases no son, ni han sido nunca homogéneas, la diversidad siempre ha existido en la sociedad.

Debemos entender que el cambio, al que están llamadas la sociedad y las escuelas, no se debe sólo a la llegada de personas de diferentes países y en diferentes idiomas, pero el hecho de que estamos frente a una situación de cambio global, crea la necesidad de revisar los enfoques del proceso de enseñanza y aprendizaje, para responder a las nuevas necesidades sociales, y el cambio necesario de la situación en la que nos encontramos, planteamos como premisa ideológica la educación intercultural, para asegurar la inclusión educativa y social de los niños y niñas en todas nuestras escuelas.

El problema, como señala Tuts (2007), es reducir la educación intercultural, a la educación de estudiantes inmigrantes: la educación intercultural se mezcla con demasiada frecuencia, con estudiantes inmigrantes y el idioma de de estos se impone como un factor de integración, olvidando su necesaria transformación en un lenguaje vincular de comunicación. El respeto por la diversidad, a menudo se acerca a promover el relativismo cultural, mientras que la convivencia se ve como una situación utópica. En cuanto a la cohesión social, a menudo se la confunde con la homogeneidad, el monolingüismo o el monoculturalismo. Por lo tanto, la diversidad cultural y lingüística parece crear confusión y sospecha.

La educación intercultural y la inclusión tienen varias conexiones que pueden y deben orientar nuestra práctica educativa. Como analizaremos más adelante, la educación intercultural es un método de enseñanza y de educar. El punto de partida de esta reflexión es la diversidad. Las personas se diferencian biológica, social y culturalmente, pero también por el contexto en el que vivimos, esta característica está incluida en el concepto de diversidad.

Somos y existimos para la biodiversidad. Debido a la diversidad cultural (diferentes lenguas, costumbres) hay conexiones. Vemos como hay diferencias que enriquecen y unas empobrecen, otras construyen y otras discriminan. El problema es que esas diferencias, no siempre enriquecen. Esto significa, que se convierten en desigualdades. Surgen del hecho de que ciertos individuos o grupos, logran metas sociales y culturales de manera desigual, tanto dentro como fuera de la escuela.



Otra característica de la desigualdad es que su origen no es natural, sino que son creados y producidos socialmente. La desigualdad no solo es creada por estructuras políticas, relaciones económicas o prácticas culturales, sino que también se crea y muchas veces se reproduce en la escuela. Esto es, la escuela como multiplicadora de clases sociales a través del lenguaje, la cultura o la promoción de los estudiantes.

Por tanto, debemos ser sensibles a dos diferencias y desigualdades: primero, aquellas que nos hacen desiguales en la adquisición y ejercicio de los derechos fundamentales, participación y disfrute de los valores culturales, y segundo, aquellas que nos diferencian de los demás. Por lo tanto, la escuela debe fomentar la diversidad, pero debe luchar contra lo que se convierte en desigualdad y viola los principios de igualdad. Esta práctica debería basarse en la creencia de que somos mucho más parecidos que diferentes. Así, el principio de igualdad se convierte en un principio educativo, tan importante como el respeto a la diversidad.

El problema es que la igualdad no es evidente, es un principio humano como creencia y axioma moral, y es el punto de partida de toda sociedad democrática. Creemos que analizar las implicaciones morales de la desigualdad originada, y especialmente la desigualdad escolar, debe ser una responsabilidad educativa.

La búsqueda de la igualdad requiere muchas veces ir en contra de la forma establecida de hacer las cosas y educar a los estudiantes en este principio. Sólo así se condenan ciertas prácticas de exclusión y discriminación, cayendo incluso en la trampa de presentar la desigualdad como una forma de aceptación de la diversidad. El peor error que han cometido las escuelas en los últimos siglos es tratar a todos los niños como si fueran variantes clonadas de un mismo individuo, y así justificar enseñar las mismas cosas, de la misma manera y al mismo ritmo para todos los alumnos.

Este trabajo, también muestra que comprender las diferencias educativas requiere una extensa investigación adicional. Aun queda todavía un largo camino por recorrer. Para superar la desigualdad educativa, es necesario crear, adoptar nuevas políticas sociales, educativas, sectoriales y transversales, basadas en una discusión amplia y democrática, que aborden los aspectos estructurales, coyunturales de la dinámica social de los países, en beneficio de la educación, de los derechos humanos y una sociedad más justa en todas sus dimensiones.

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