Los hombres, no nos guiamos por la razón, no somos seres predominantemente racionales. Es más, la naturaleza del hombre, desde que nace, no está cimentada en la bondad, la justicia, ni la solidaridad. En definitiva, no es que nacemos siendo buenos, sino, que podemos ser buenos; claro está, dependiendo del entorno próximo en
que nos encontremos. Aunque parezca contradictorio, demasiado se ha escrito sobre Sigmund Freud y el psicoanálisis, pero lamentablemente, poco se le ha leído y mucho menos, comprendido. Todo indica, que, transcurridos más de 100 años, aun no se le perdona -y mucho menos se acepta-, que se haya atrevido a negar y defender, la idea de
que la razón, no es la que gobierna nuestras vidas.
¿Quién entonces gobierna nuestros actos? ¿Immanuel Kant estaba equivocado al afirmar que la razón estaba por encima de la voluntad y el deseo? Bajo este escenario de sospecha, ¿qué estaba develando Freud, y cuál fue su propuesta para entenderse y comprender nuestra naturaleza humana? Lo cierto, es que Freud, trató de entender los acontecimientos de nuestra sociedad y, por ende, la estructura psíquica de quienes la
conformamos, bajo tres principios: Un “Yo” como representante del principio de realidad, un “Ello” como expresión del principio del deseo, y un “Superyó”, como la instancia regida por el principio del deber.
Justamente, realidad, deseo y deber, son componentes freudianos, que atraviesan y están presentes -muchas veces de manera latente y no expresa-, a lo largo de toda la trascendental obra, del gran filósofo Zygmunt Bauman. Su aguda y acertada mirada, al extremo de llamar a la sociedad actual, en términos de “modernidad líquida”, con sus derivados -tan importantes como el primero-, como el “amor líquido”, “tiempos líquidos”, “vida líquida” y “miedo líquido”, por solo citar algunos; nos lleva a interrogarnos: ¿No será que detrás de toda esta “modernidad líquida” y sus bifurcaciones, bien podríamos
estar hablando de un “Yo líquido”? Es decir, de un “Yo” que al ser “líquido”, fluye, es impredecible, se transforma fácilmente, está en constante cambio y movimiento, y como el agua, es imposible de “agarrar” y de mantener una forma constante.