Dicen que el poeta es la consciencia crítica de su tiempo; en su mirar (aparentemente distraído) las cosas adquieren consistencia y profundidad. Cuando sus ojos se posan en la realidad, revelan asuntos mundanos que pueden herir algunas susceptibilidades. Hernán Hurtado lo sabe y, como Diógenes el Cínico, mantiene encendida la lámpara (de su poesía) para desnudar el alma de los hombres que transitan por una sociedad caótica y deshumanizada. Con ayuda de estos poemas (que recurren a la reflexión filosófica sin renunciar a su expresión estética) podremos ejercer nuestro derecho a cuestionar todas aquellas estructuras que nos privan de una verdadera emancipación del pensamiento.