Alejandro Acosta Salazar nos presenta La última estocada, un libro que pretende ser parte del mundo lúdico de los niños, porque la vida sin juegos es una mecanización, una repetición automática de rituales para sobrevivir.
Las historias, cargadas de ternura y picardía, parecen ser el ir y venir de miradas cómplices, de intercambio de sonidos, de respuesta motora que va construyendo el vínculo entre el autor y el lector, para sumergirse a un mundo donde impera la franja de la inocencia que lo soporta todo.
Y solo desde ese juego inundado de amor surge el encuentro que implica el descubrimiento y reconocimiento del otro, del niño que revela y arma historias para defender su refugio del paso del tiempo.