La ciencia médica, las ciencias humanas y sociales han logrado demostrar que la sexualidad no es solo genital: desde el momento en el que nacemos contamos con ella. Entonces, el ser humano a medida que pasa por cada etapa de crecimiento, experimenta el placer de diversas formas. En suma, la sexualidad es algo innato, personal y tangible y, por lo tanto, no podemos desprendernos de ella.
La sexualidad es una parte normal, saludable y natural de nuestras vidas en todas las etapas. Esta incluye no solo el sexo, sino el género; el cómo son nuestros cuerpos y cómo funcionan; nuestros valores, actitudes, visión y sentimientos sobre la vida; el amor y las personas con quienes nos relacionamos, sean conocidos de hace muchos años o personas con las que debemos interactuar solo en ciertas circunstancias. Así, nos rodea todo el tiempo y, entre más pronto la comprendamos y la integremos como parte natural del comportamiento humano, será más fácil el entender muchos temas que están en constante evolución, cambio y actualización. Es muy probable que varios adultos se nieguen a aceptar estos cambios, por desconocimiento o porque su crianza se basó en la moralidad religiosa que — en algunos casos— se contrapone a los avances y los estudios de la ciencia. No obstante, los jóvenes (o, por lo menos, las nuevas generaciones) han entendido y abrazado su comportamiento sexual desde el nacimiento, así que nuestra función como adultos es lograr que los niños se sientan bien con su género desde el principio. Anudado a esa función, se debe considerar que cada etapa por la que el niño atraviesa cumple una función determinada, importante y transversal para su desarrollo. Por ello, presionarlos para que a medida que crezcan se comporten como pequeños adultos y no como niños, trae más problemas que beneficios. La intención del estudio no será una vara para juzgar la crianza o el acompañamiento del adulto hacia el infante, sino más bien se sienta como una reflexión que abra el debate sobre quiénes son los verdaderos responsables. Es decir, a medida que avanza el tiempo hay cada vez más niños, adolescentes y jóvenes lidiando con responsabilidades para las cuales nadie los preparó. Tampoco se pretende quitarle la responsabilidad a los implicados, ya que —a fin de cuentas— (a menos de que haya sido un abuso, tema que le compete a otras investigaciones) la decisión de iniciar la vida sexual es enteramente personal. Sí, influye el entorno, la crianza, la forma en que fueron educados y expuestos a la información, pero la voluntad sigue partiendo de una motivación propia.