Heredero, sin melindre alguno, de la tradición del ensayo antiguo imaginado por Montaigne, C. S. Santisteban aplica su acuciosos ojo de observador enamorado de la realidad -con una pizca de erudición para refinar el gusto- a momentos de vida que de otro modo se habrían perdido en las prisas de la cotidianidad, así como a ciertos temas fundamentales sobre los que todos deberíamos pensar de vez en cuando.
Trujillo,
Escritor