Hugo Echegaray quiso en las páginas que siguen resumir su búsqueda acerca de la humanidad histórica de Jesús, que él llama también "la humanidad de Dios", que es al mismo tiempo la revelación de su condición de Hijo del Padre y de su divinidad, manifestada en su actitud frente a la muerte (Marcos 15,39) y confirmada por su resurrección.