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ISBN 978-612-49240-6-4

Desafíos del aula invertida para la educación universitaria en los Países Andinos


Autor:Zevallos Vera, Erika Juana
Vilchez Inga, César
Sandoval Nizama, Genaro Edwin
Garay Santisteban, Jonhy Saturnino
Asnate Salazar, Edwin Johny
Pajuelo Villarreal, Rocío del Pilar Mercedes
Editorial:Mar Caribe de Josefrank Pernalete Lugo
Materia:Ciencias sociales
Clasificación:Formación del profesorado
Público objetivo:Profesional / académico
Publicado:2023-03-15
Número de edición:1
Número de páginas:0
Tamaño:5Mb
Precio:S/50
Soporte:Digital
Formato:Pdf (.pdf)
Idioma:Español

Reseña

En los últimos tiempos la educación ha experimentado cambios trascendentes, que de diversas formas expresan visiones sobre la realidad, las personas y sus relaciones con los sistemas internos y externos. Este nuevo concepto hace que el conocimiento sea globalmente móvil y rápidamente obsoleto, por lo que urge desarrollar procesos y estrategias educativas adaptadas a las necesidades de los estudiantes de hoy y del mundo laboral, todo ello apoyado en el uso de la comunicación y la información. Formas de interacción con las nuevas formas de gestión de las instituciones educativas. Este paradigma educativo es el resultado del desarrollo de herramientas tecnológicas basadas en la comunicación informática que brindan a los usuarios más fuentes de información y oportunidades de aprendizaje, haciendo realidad la educación virtual, seguida de la interacción asíncrona para explicar, entre los participantes en diferentes lugares y en diferentes momentos.

La virtualización de la educación surge como un fenómeno de métodos educativos renovados, cuyas posibilidades se amplían a través del uso de las TIC, pero también es una gran tendencia económica y cultural fuera del campo de la educación escolar, es decir. existen en todas las áreas de la vida humana, ambiente. Según García-Aretio (2014, 2017), este es un proceso disruptivo, ya que el espacio y el tiempo se alejan gradualmente de las formas de educación más tradicionales. En este sentido, la educación virtual es una modalidad que ha ganado un amplio reconocimiento en los últimos años, ofreciendo cada vez más servicios en tiempos limitados y en regiones que la educación presencial tradicional no puede.

Por lo tanto, vale la pena detenerse a revisar los diversos factores que han contribuido a la expansión de dicha formación en la región latinoamericana. García (1999) identificó una serie de circunstancias que, a su juicio, influyeron en el nacimiento y desarrollo de la educación a distancia, a saber: el progreso sociopolítico; la educación como necesidad permanente; costos de los sistemas tradicionales; resultados científicos de la educación; transformación tecnológica.






La educación en general se ve afectada por los cambios y desarrollos modernos en las tecnologías de la información y la comunicación, que afectan el proceso de aprendizaje. Pero el interés que alimentaba el debate antes de la pandemia del covid-19 ahora plantea muchas preguntas sobre la educación virtual. Surgen entonces diversas interrogantes: ¿Cuáles son los desafíos para implementar una educación virtual inclusiva y participativa en los países andinos? Estos y otros interrogantes se plantean actualmente en el campo de la educación, “en un momento en que la toma de decisiones políticas es más relevante que nunca para contar con información importante sobre la diversidad de universidades, educación y actores relevantes”. Esto es sin duda evidente en el contexto social de América Latina, pues las instituciones educativas, contrariamente a su finalidad material, ya no son lugares donde prácticas educativas igualitarias bien desarrolladas justifiquen el espacio que fue violado.

Teniendo en cuenta lo anterior, la crisis sanitaria ha puesto de manifiesto el orden institucional de la pobreza educativa, “los desfavorecidos cuentan con servicios especiales y desvalorizados, distintos a los de los privilegiados servicios”. Como resultado, los déficits estructurales resultantes de crisis económicas y sociales anteriores se han agravado y persistido. Esto, crea paradójicos problemas institucionales en todos los países de América Latina, donde la rápida transición al mundo virtual conduce a eventos que, por la falta de infraestructura, son principalmente de carácter económico. Por otro lado, se espera que los docentes y estudiantes que carezcan de destrezas o habilidades trasladen sus actividades (trabajo y estudios) a sus hogares; se estima que no hay más de un estudiante y/o integrantes con capacidades diferentes por hogar (Cantú-Martínez, 2021). En otras palabras:

“Se sustituyen las aulas por espacios temporales: dormitorios, comedores, salas de estar, oficinas, etc.; los lazos sociales entre compañeros, amigos o profesores se limitan a los lazos familiares” (Aguilar, 2020, p. 217). El primero destaca la brecha digital, así como la brecha socioeconómica entre los docentes y las familias de los estudiantes. Es decir, las consecuencias negativas afectan la formación académica de los estudiantes, y hay indicios de que la implementación de la educación virtual deteriora aún más la calidad de la educación, pues, según este autor, no se garantiza la adquisición de conocimientos y habilidades, desde su punto de vista. Esto es contrario a la suposición de Freire (1997) de que es una práctica en la que "el conocimiento se confirma, modifica o amplía" (p. 24). Pero también es claro cómo este sistema de educación virtual ignora a los profesionales de la educación, dando paso a los profesionales de la informática que se posicionan como los creadores de programas educativos en todos los países, incluyendo una total falta de respeto a la voz de los docentes.
Al convertir a los docentes de todos los niveles en meros repetidores de conocimientos y, en otros casos, en meros partícipes del drama educativo, se omite todo el proceso de comprobar si los estudiantes adquieren las habilidades o conocimientos que aseguren su transformación y les permitan socializar. En el transcurso, ha seguido desarrollándose como disciplina (Aguilar, 2020). Es bien sabido que la educación virtual ha cambiado el proceso de enseñanza y aprendizaje, pero no de manera explosiva, sino en todas sus manifestaciones, pues se caracteriza por el abandono de la gestión y la enseñanza, las necesidades de los estudiantes y problemas especiales en el aprendizaje. Asimismo, se pierde contacto directo o real con la persona, como la cortesía, relación directa con la persona, sentimientos y expresiones espontáneas, ausencias que pudieran afectar el proceso educativo.

Pero lo más importante es que se ignoran por completo los cuatro elementos básicos del aprendizaje:
Factores ambientales (sonido, luz, temperatura y muebles).
Factores emocionales (motivación, persistencia, responsabilidad, estructura).
Factores sociales y físicos (percepción). acceso, tiempo, movilidad) determinan la capacidad, procesamiento y retención de información, valor, hechos y conceptos”

Asimismo, los estudiantes son conscientes de los perfiles de estilo de aprendizaje que pueden tener, como la cognición activa, reflexiva, teórica y pragmática. Ésta es una valoración, pero otros pedagogos han criticado que este tipo de educación virtual es “un sustituto de los ordenadores y herramientas de comunicación” con un carácter anticuado reemplaza el entrenamiento tradicional.

Dado el aumento significativo en el uso de medios tecnológicos y herramientas digitales, el modelo de aula invertida parece ser una estrategia en el ámbito educativo (Cedeño y Vigueras, 2020). Además, teniendo en cuenta la necesidad de introducir innovaciones en el aula, una participación más activa en el proceso de aprendizaje para que los alumnos consoliden los conocimientos (Rodríguez, 2016) y garanticen su aplicación (Aguilera, Manzano, Martínez, Lozano y Casiano, 2017). Por otro lado, la emergencia sanitaria ha creado la necesidad de buscar y aplicar vías para continuar el proceso de aprendizaje, lo que aumenta en gran medida la base para considerar el aula invertida como una tecnología que responde a la perfección a las necesidades y requerimientos actuales. educar.
Aunque el aula invertida es un enfoque relativamente nuevo, ha sido ampliamente utilizado desde 2012 por Bergman y Sam, quienes lo popularizaron con el nombre de aula invertida (Martínez, Esquivel, & Martínez, 2014). En cuanto al análisis de García y Bravo (2017), su implementación se refleja principalmente en diversas asignaturas de educación secundaria y estudios universitarios. Mientras tanto, en otro estudio, Galindo (2018) encontró que hay muy poca investigación sobre las aulas invertidas en las escuelas primarias y que las matemáticas son la materia más utilizada, seguida de ciencias, estudios sociales e idiomas.

El enfoque de aula invertida difiere significativamente de los enfoques tradicionales en términos de aprendizaje, pero mejora en términos de motivación. Esto significa que los estudiantes aprecian mejor la estrategia porque muestran alegría y satisfacción en la actividad mientras aprenden. De una manera que proporciona una base sólida para la aplicación del método, los profesores también ven el entusiasmo de los estudiantes por el aprendizaje autónomo como una preparación adecuada para los materiales y planes de cada lección.

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