Nox no escatima esfuerzos ni talentos cuando se trata de escribir con desparpajo hasta, cómo no, también con insolencia creativa. Son elementos que se extrañan en la narrativa reciente de nuestros días en este páramo de hermosas tierras y risueñas playas, donde tanto mueren peruanos casi sin notarlo, víctimas de sicarios, accidentes o huaicos.
El realismo sucio de Nox combate fuego con fuego. Ante el flujo incontrolable de eventos que nos acontecen y que padecemos, Nox responde con una torrentera de palabras que en cada renglón nos interpela, nos seduce o nos combate, todo al mismo tiempo. Para Nox, la literatura se puede abrir al momento vertiginoso que su texto marca como “resistencia”. Resistencia como el lugar desde el cual se expone la fisura y la ruptura entre la política y la existencia. Su novela alude a algo que escapa, que se abrir hacia la perseverancia – otra forma de resistencia, también cínica – en el momento del agotamiento de la política; que no quiere – y es lo justo – ofrecer respuestas a nadie.
Héctor Ñaupari