Recordar en volver a vivir, es volver a andar tras las huellas que dejamos en el camino, es reencontrarse con los sueños, con las vivencias atesoradas en el corazón, donde se conjugan alegrías, tristezas, ilusiones, frustraciones y desencantos, amores y esperanzas, que el tiempo implacable cubre con su manto de olvido, y ahora después de más de medio siglo de existencia, el inquebrantable y permanente amor a los padres, a la familia y al terruño, regresa a la memoria con aroma a campo, a ciprés, lavanda y capulí, son recuerdos que llegan cargados de emoción, de amor y satisfacción.
Gilda Trkovic, hija de un inmigrante croata, relata en estas memorias en forma coloquial, la dura vida que le tocó vivir a su amado padre, quien a muy temprana edad tuvo que salir de su terruño en busca de nuevos horizontes, dejando atrás de si, el paisaje de su cotidiana hermosura con el camino bordeado de viejos árboles que estoy seguro recuerdan y extrañan sus últimos pasos.
Marko Trkovic´, el inmigrante, cargado de sueños y esperanzas después de recorrer mares y tierras desconocidas, empieza su largo camino en Lima, estableciéndose temporalmente en la ciudad de Nazca, donde conoce a su compañera de toda la vida, con quien recorrió las etapas más duras de su existencia, recurriendo a su fortaleza y sabiduría de madre y a sus habilidades culinarias y manuales para ayudar a sostener a su querida familia.