Guillermo Saravia es un poeta que viene del sosiego natural y de aquel cultivado con los años, de la templanza que necesita el verso para tener peso propio, de una percepción gozosa y amable, de los hechos sencillos, de los objetos inadvertidos. Todo lo real y vivo radica en ellos antes que en el alarde. El resplandor íntimo y el mayor reside en ellos, la filosofía de la existencia, el sabor de la experiencia, que los sabios buscan muchas veces inútilmente. Lo demás es la danza de las sombras y entre las sombras la más hermosa su perro, su perro que es el mundo y todos los seres que lo rodean, y construyen la gran estructura del afecto.
OMAR ARAMAYO