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ISBN 978-612-49271-8-8

La filosofía como historia de las ideas y del desarrollo de la conciencia


Autor:García Cruz, Josefina Arimatea
Zevallos Vera, Erika Juana
Zevallos Vera, Janeth Magaly
Cáceda Ayllon, Rogelio César
Velásquez Guardia, Pablo Wenceslao
Trujillo Hinojosa, César
Editorial:Mar Caribe de Josefrank Pernalete Lugo
Materia:Filosofía crítica
Público objetivo:Profesional / académico
Publicado:2023-05-04
Número de edición:1
Tamaño:5Mb
Precio:S/50
Soporte:Digital
Formato:Pdf (.pdf)
Idioma:Español

Reseña

Situar un punto cronológicamente exacto del nacimiento de la filosofía como saber resulta problemático, dado que la invención de la escritura, al ser esta uno de los primerísimos materiales de registro de lo pensado, es posterior al desarrollo de la capacidad de pensar abstractamente; esto es, la escritura presupone la capacidad de pensar en términos abstractos, lo cual pudo haber generado la necesidad del uso de herramientas mentales –siendo estas los símbolos– para transformar y combinar el contenido mental.
Con lo anterior queremos hacer énfasis en que la tradición oral de las civilizaciones pre-griegas seguramente contenía aseveraciones del tipo filosófico, filosofemas, y que de las mismas hubimos de tener noticia quizás en un medio, una lengua y un espíritu distintos a los de su origen, como es el caso de los egipcios, cuyo despliegue de su conciencia fue recogido por los griegos, tales como Pitágoras o Platón.
“La filosofía comenzó mezclada con la mitología o con la cosmogonía. En este sentido hay una cierta relación entre cosmogonías como la de Hesíodo y las especulaciones de los presocráticos. Como antes apuntamos, hubo, sin embargo, una diferencia en el método: descriptivo en los ‘teólogos’; racional en los filósofos. Los motivos por los cuales tuvo lugar semejante separación son muy complejos. Una cuestión que ha suscitado particular interés es la de si la filosofía griega carece de antecedentes o los tiene en otras filosofías o, cuando menos, formas de pensar. Algunos autores indican que las condiciones históricas dentro de las cuales emergió la filosofía (fundación de ciudades griegas en las costas de Asia Menor y Sur de Italia, expansión comercial, etc.) son peculiares de Grecia y, por consiguiente, la filosofía solamente podía surgir entre los griegos. Otros señalan que hay influencias ‘orientales’ (por ejemplo, egipcias) en el pensamiento griego, no pudiendo por ello decirse que la filosofía apareció autónomamente entre los griegos. Otros, finalmente, indican que en la China y especialmente en la India hubo especulaciones que merecen sin restricciones el nombre de filosóficas” (Ferrater Mora, 1964, p. 662).
Para tener un criterio claro sobre la historia de la filosofía que vamos a acometer, ya que, como vimos, en un eje cronológico no será posible con exactitud, distribuiremos los contenidos de la conciencia filosófica en tres estratos perceptivos, evolutivos y de desarrollo psicogenético, a saber: la conciencia imaginativa, la conciencia racional y la conciencia empírica. Este criterio cualitativo corresponde al decir del polímata, egiptólogo, filósofo, teólogo y químico Carlos Blanco (s. f.):
“Cuando la mente humana descubrió el valor generado al integrar imaginación, racionalidad y experiencia, penetró en el sanctasanctórum de la búsqueda de la verdad, porque construyó un método prácticamente infalible a la hora de expandir nuestro saber sobre el mundo y sobre nosotros mismos. La potencia creadora de la imaginación, la pujanza ordenadora de la racionalidad y la fuerza acumulativa de la experiencia dieron así lugar a la ciencia moderna, nuestro instrumento más fértil para alcanzar conocimientos objetivos” (p. 3).
Asimismo, haremos uso de un segundo criterio, el cual podríamos denominar criterio numérico, abordando la conciencia en sus tres cantidades posibles: conciencia individual, conciencia particular y conciencia universal, para que de este modo el lector pueda tener la certeza de que las ideas operan efectos cuantitativos.
En el mismo cariz de lo afirmado, la conciencia, su número y su cualidad, pueden denotarse como lo noético, en tanto se refiere a todo aquello que tiene que ver con la capacidad de captación, de aprehensión; la noesis entendida como un receptáculo. Por otra parte, lo noemático es referido a aquello que se inserta en lo noético, el contenido de captación, lo que es aprehendido; el noema es, pues, el contenido del pensar, lo concienciado, las ideas.
Entre las ideas de carácter o el tratamiento filosóficos de las ideas encontramos la idea de unidad, la de la misma conciencia, la de verdad, la de relación, la de belleza, la del Ser y del No-Ser, la de mismidad y otredad, y así otras muchas.
Por lo que conviene, entonces, tener en cuenta que los estratos noemáticos o parcelas de saber son la ontología –en la cual se incluye la metafísica–, la epistemología –incluyendo la gnoseología y la lógica–, la estética, la ética, la política y la axiología. Cada uno de los mencionados estratos investiga ideas que aunque tengan relación, o incluso sean las mismas, teniendo el mismo objeto material, su tratamiento es de manera distinta o distinto es su objeto formal.
“En general, podemos decir que hasta fines del siglo XIX, y en particular para los propósitos de enseñanza, se consideraron como disciplinas filosóficas la lógica, la ética, la gnoseología, epistemología o teoría del conocimiento, la ontología, la metafísica, a veces la criteriología, la psicología, con frecuencia la sociología, y además un conjunto de disciplinas tales como la filosofía de la religión, del Estado, del Derecho, de la historia de la Naturaleza, del arte, del lenguaje, de la sociedad, etc., etc., así como la historia de la filosofía” (Ferrater Mora, 1964, pp. 665-666).
Continuando con lo anterior, el objeto formal se diferencia en el quod y en el quo. El quo, “por el cual”, es aquello a través de lo que se realiza la investigación, en el caso filosófico, es “la luz natural de la razón” o naturali rationis, la razón es el instrumento principal. El quod, “el cual”, es la forma que asume la razón para diferenciarse de otro uso racional dado por un saber diferente o por una parcela de saber diferente. El objeto formal quod de la ontología no es el mismo que el de la estética, aunque compartan el mismo objeto formal quo –la razón como instrumento– e incluso el mismo objeto material, verbigracia, la idea del ser de lo bello.

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