El choque que representa para un joven urbano y limeño el encuentro con la sierra es el fondo de este libro. El descubrimiento, en primer lugar, del cielo azul y de la música del campo, de la ingravidez de lo sólido, esa extraña pureza nítida de la naturaleza, y de la pobreza que la circunda, son el leit motiv de un descubrimiento mayor: el encuentro con uno mismo.
Por eso mismo comienza el recorrido con la marca biológica: el ventrículo del corazón se achica, la falta de oxígeno agita el cuerpo, y a su vez, inunda de extrema lucidez las percepciones. El agua del aguacero cobra su magia. Y la contundencia del paisaje, con su multiplicidad de sensaciones desconocidas, va relevando poco a poco al espacio de la neblina limeña.