¿Cómo nace un cuento? Muchos de los relatos de este
compendio fueron paridos por sus autores en medio de un
ejercicio o juego que los invitaba a escribir acorde a una
temática, situación o cantidad de palabras. Que los autores
en cuestión crearan sus artefactos de manera individual,
pero formando parte de un mismo equipo (participaban de
un certamen de escritura), atizó su creatividad y confirmó
lo que ya sospechaban: jugaban a ser escritores.
La gracia de pichanguear como narradores, en
el mismo cuadro, sin un entrenador que sostuviera la
batuta o el silbato, los obligó a otro ejercicio rompeegos: leerse mutuamente para echarse flores o arroz; la
retroalimentación en su ácida expresión. Dicho de otra
forma, estos cuentos no nacieron en la soledad de sus
autores; siempre tuvieron cinco o seis voces que trabajaban
en paralelo, se leían en el camino, se repartían ideas y
sugerencias (la cajita de comentarios ardía) y, cuando
había tiempo y dinero, se reunían para unas chelas. Se
les antojó aliarse bajo el nombre de Visceralismo Mágico,
pero en realidad eran una pandilla.
Los textos escogidos en este libro han seguido
el proceso de una lectura continua en busca de mejora,
aunque sin dejar la diversión de lado. Por ello este libro
es antología y antojo. Es movimiento y constancia. El
corazón y lenguaje de estos relatos han sido tratados con
entusiasmo. El reflejo de su generación está presente en
sus tramas. Pueden ser leídos de varias formas, pero eso
sí: deben ser leídos.