El manejo de la deuda en Perú se ha mantenido dentro de los niveles considerados sostenibles bajo los criterios internacionales y nacionales; sin que ello se traduzca en una reducción de las desigualdades económicas y ha estado marcado por la ausencia de un enfoque integral que priorice la mejora en los estándares de vida de la población. A partir de la crisis sanitaria, el endeudamiento público ha sido uno de los que más ha crecido en la región y, a pesar del esfuerzo fiscal para atender la
pandemia y efectos relacionados, se observan retrocesos en materia social, principalmente en la ampliación de brechas de género. En Perú, los problemas estructurales no han cambiado en los últimos 20 años, y los factores que explican su vulnerabilidad y la fragilidad en las condiciones en que vive su población, se han deteriorado rápidamente ante los shocks del último par de años, independientemente
del manejo de la deuda soberana. El sistema impositivo como uno de los principales vehículos de transmisión del pago de deuda, siendo regresivo y con sesgos de género, implica que el pago del costo de la deuda recae con mayor peso sobre los grupos poblacionales ubicados en los estratos de ingreso más bajo y sobre las mujeres. Actualmente, el Estado mantiene una deuda soberana controlada, pero una persistente deuda social con las mujeres peruanas.