Don Juan Domingo Zamácola Jáuregui, párroco de San Miguel Arcángel de Cayma entre 1778 y 1823, es una de las personalidades más atractivas de la Arequipa y del Perú de su tiempo. Elocuente, polifacético, mordaz y a la vez honesto, fue consejero de intendentes y obispos y un reformador que murió con fama de santo. Este año (2023) se conmemora el bicentenario de su fallecimiento.
Su contribución a la cultura arequipeña fue grande: para empezar, erigió la imponente iglesia de Cayma como hoy la conocemos después del sismo de 1784. El templo llevó consigo la reorganización del pueblo conforme a normas urbanas modernas. Allanó la plaza y la cercó con los cinco arcos de cal y piedra que hoy existen; dotó a las casas circundantes de fachadas de los mismos materiales para crear un paisaje armonioso y dio recomendaciones al Intendente Antonio Álvarez Jiménez con vistas al
desarrollo local, como la creación de escuela, casa de cabildo, cárcel y
viviendas en plano ordenado. Zamácola también creó el asiento de
Socabaya con su bella iglesia neoclásica, una joya de la sierra arequipeña.
El texto, hasta ahora no dado a la imprenta y que aquí presentamos, no fue concebido para difusión: se trata de un libro parroquial que contiene todas las reformas y mejoras que Zamácola llevó a cabo en Cayma y Socabaya durante su ministerio. Con sus preferencias estéticas e ideales ilustrados, el afamado sacerdote cambió para siempre la imagen y el nivel cultural de la Arequipa rural de su época.