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Detalle

ISBN 978-612-5124-05-0

Burnout Académico en Universidades Latinoamericanas


Autor:Goicochea Espino, Julio Oswaldo
Heredia Quezada, Gregorio Rodolfo
Barriga Roa, Luis Alberto
Irigoin Cabrera, Ulises Octavio
Bedoya Castillo, Filomena
Perea de Arevalo, Delia
Editorial:Mar Caribe de Josefrank Pernalete Lugo
Materia:Filosofía y Psicología
Clasificación:Cognición y psicología cognitiva
Público objetivo:Profesional / académico
Publicado:2023-08-24
Número de edición:1
Número de páginas:0
Tamaño:5Mb
Precio:S/50
Soporte:Digital
Formato:Pdf (.pdf)
Idioma:Español

Reseña

Desde la década de 1980, ha habido un creciente cuerpo de investigación sobre Burnout. Sin embargo, no fue hasta finales de la década de 1990 que se llegó a un consenso sobre su conceptualización, análisis, técnicas e incluso programas de prevención. Un modelo explicativo ampliamente aceptado es el propuesto por Gil-Monte & Peiró (1997), mientras que las estrategias y técnicas de intervención han sido sugeridas por Manassero et al. (2003), Ramos (1999), Matteson e Ivansevich (1997), Peiró et al. (1994), Leiter (1988), entre otros. El término Burnout fue introducido por primera vez en 1977 por Maslach durante una convención de la Asociación Estadounidense de Psicólogos.
Maslach lo describió como un síndrome que experimentan las personas que trabajan en los servicios humanos, en particular los que están en contacto directo con los usuarios, como los profesionales de la salud y los maestros. El burnout se identificó como una respuesta extrema al estrés crónico relacionado con el trabajo, con implicaciones no solo a nivel individual sino también organizacional y social. A pesar de los avances en áreas específicas, todavía existen diversas interpretaciones del síndrome y las intervenciones más adecuadas para abordarlo. Algunos abogan por enfoques psicológicos centrados en el individuo, mientras que otros enfatizan las intervenciones sociales u organizacionales destinadas a mejorar las condiciones de trabajo. Sin embargo, existe un consenso general sobre la importancia de diagnosticar el Burnout e implementar programas de acción para abordarlo.
Las políticas educativas y las presiones institucionales también contribuyen al desarrollo del burnout entre los profesores universitarios. La interacción constante con los estudiantes y las demandas del trabajo pueden conducir al agotamiento psicológico y una disminución en el desempeño laboral. Esto no solo afecta el bienestar de los propios profesores, sino que también tiene implicaciones en la calidad de la educación y el desarrollo social y cultural de los estudiantes. El síndrome de burnout se ha definido de varias maneras, pero una definición ampliamente aceptada es que es un estado de disminución de la energía, la motivación y el compromiso, acompañado de una variedad de síntomas físicos y mentales.
Esta definición destaca las manifestaciones conductuales del agotamiento, incluido el agotamiento emocional, la despersonalización y una sensación de reducción de la realización personal, la prevalencia del burnout entre los profesores universitarios ha ido en aumento en los últimos años. La naturaleza de su trabajo los expone a altos niveles de exigencias psicológicas, ya que deben realizar múltiples tareas e interactuar con diversos grupos de estudiantes. Esto ha llevado a la insatisfacción laboral, la reducción de la productividad y los impactos negativos en su salud, dada la importancia del burnout entre los profesores universitarios, este estudio tiene como objetivo explorar las investigaciones existentes sobre el síndrome de burnout en profesores universitarios latinoamericanos.
En estudios como los de Rojas, Reyes y Vásquez, (2021) se contribuye a la generación de conocimiento sobre el agotamiento y difundir los hallazgos para ayudar a abordar este importante tema en el campo de la educación superior. En los últimos años, ha habido un interés creciente en el campo de la educación superior y un reconocimiento de los desafíos y responsabilidades que conlleva la enseñanza. Como resultado, la profesión docente se ha asociado con altos niveles de estrés, lo que puede tener impactos negativos en el bienestar mental y físico de los docentes. En particular, existe el riesgo de desarrollar el síndrome de burnout, un fenómeno que se observa comúnmente en quienes trabajan en entornos educativos.
Por ejemplo, se han informado numerosos desafíos en relación con el rendimiento académico y el ajuste psicosocial entre los estudiantes, particularmente aquellos en entornos universitarios. Estos desafíos pueden manifestarse a nivel cognitivo, emocional y conductual y pueden contribuir y resultar del estrés académico (Arribas, 2011; Martin, 2007; Huaquin & Loaiza, 2004). Según Contreras, Caballero y Palacio (2008), algunos estudiantes universitarios presentan dificultades cognitivas, como problemas de atención, concentración y comprensión.
Estas dificultades pueden atribuirse a hábitos de estudio inadecuados, falta de habilidades o estrategias necesarias, o simplemente técnicas de estudio ineficaces. Muchos jóvenes se matriculan en la universidad con la esperanza de alcanzar un puesto respetable y ganar reconocimiento social, lo que creen les proporcionará seguridad laboral en el mundo ferozmente competitivo de hoy. Sin embargo, un número significativo de estudiantes carece de los recursos financieros, el apoyo social o la resiliencia psicológica necesarios para hacer frente de manera efectiva a los factores estresantes que comúnmente se encuentran durante el proceso de enseñanza y aprendizaje. Estas circunstancias pueden potencialmente predisponer o amplificar las respuestas de estrés. Mientras que un cierto nivel de estrés puede motivar a las personas, los niveles excesivos pueden provocar reacciones emocionales, cognitivas y conductuales que pueden tener un impacto perjudicial en la salud de los estudiantes, la adaptación al entorno académico y su experiencia de aprendizaje en general.
Este fenómeno se conoce comúnmente como estrés académico y ha sido reconocido por expertos en la materia (Dziegielewski, 2004; De Pablo, 2002; Pérez, 2003; OHM, 2006). El agotamiento académico, una forma crónica e insidiosa de estrés académico, es un concepto relativamente desconocido en nuestra sociedad, pero puede tener consecuencias significativas en el desarrollo, el compromiso, la satisfacción con la educación y el bienestar psicosocial general de los estudiantes.
La distribución del tiempo puede tener un impacto significativo en el estrés académico que experimentan los estudiantes. Este estrés puede manifestarse en dificultades emocionales y de comportamiento, que son tanto síntomas como causas del estrés. Estas dificultades pueden incluir problemas para hablar en público, falta de motivación para asistir a clases o completar tareas. Los factores de personalidad, como la baja confianza en uno mismo y la baja tolerancia a la frustración, así como las condiciones de salud mental como la depresión y la ansiedad, también pueden contribuir a este estrés. Además, el entorno universitario en sí, incluidos los factores interpersonales, curriculares y organizacionales, así como los contextos sociales más amplios, pueden exacerbar aún más estas dificultades.
Desde una perspectiva psicosocial, los estudiantes universitarios se enfrentan a numerosas demandas que pueden derivar en intensos sentimientos de tensión, rechazo y fracaso. Cuando los estudiantes no pueden hacer frente de manera efectiva a estos factores estresantes y las emociones asociadas, particularmente en relación con la vida académica, pueden sentirse obstaculizados y perder la motivación para enfrentar estos desafíos. Si no se resuelven, estas dificultades pueden acumularse y provocar molestias prolongadas. La combinación de estos desafíos puede resultar en que los estudiantes se sientan incapaces de dar su mejor esfuerzo, adopten una actitud cínica hacia las actividades académicas y duden de sus propias habilidades. Este estrés crónico se conoce como burnout académico, que es un concepto tomado del campo del burnout organizacional o laboral y aplicado al contexto académico.
los principales aspectos del síndrome de burnout, es importante señalar que es una forma de estrés crónico experimentado por diversos grupos profesionales e individuos involucrados en actividades académicas, como los estudiantes. Este estrés surge de las exigencias de las actividades laborales o académicas y conduce al agotamiento físico y mental. El desarrollo del burnout está influenciado por factores específicos del entorno organizacional, laboral o académico, así como por características individuales. Por ejemplo, los factores de riesgo psicosocial de la organización y los recursos institucionales limitados se han identificado como contribuyentes significativos al síndrome. A nivel individual, las estrategias de afrontamiento juegan un papel crucial en el desarrollo del burnout, entre otras variables. En cuanto a las consecuencias del burnout sobre la salud mental, Maslach (2001) sugiere que el síndrome puede conducir a una disfunción mental y desencadenar efectos negativos como la depresión y la ansiedad.
Diversos estudios también han indicado una correlación entre el burnout y el bajo rendimiento académico entre estudiantes universitarios. Esto se evidencia en calificaciones más bajas en las pruebas y falta de madurez profesional (Martínez & Marques-Pinto, 2005). La recontextualización del síndrome de burnout en este ámbito particular fue realizada por Schaufeli, Martínez, Marques, Salanova y Bakker (2002). En el ámbito de las organizaciones, el burnout es reconocido como un estado mental persistente y negativo que está directamente relacionado con el trabajo. Esta condición puede afectar a cualquier persona y se caracteriza por agotamiento tanto físico como emocional, acompañado de sentimientos de competencia disminuida, baja motivación y actitudes disfuncionales hacia el trabajo. De acuerdo con la teoría transaccional del estrés, el burnout se considera como una respuesta de estrés crónico que surge de la interacción entre las características individuales y el entorno laboral, en otras palabras, el agotamiento ocurre cuando ciertos factores en el lugar de trabajo interactúan con rasgos específicos del individuo.

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