En un pueblo no muy lejano, vivía una humilde anciana. Era viuda y pasaba buena parte del tiempo cuidando su granja de gallinas y otros animales domésticos. Se hizo costumbre que una de sus nietas la visite. A esta niña mucho le gustaba ver cómo su abuela alimentaba a las gallinas. Al ver su entusiasmo, la anciana le prometió contarle una historia diferente por siete días seguidos.