Tras el suicidio de su mejor amigo, Ricardo Saavedra pretende resolver el vacío emocional escribiendo una novela sobre este, mejor dicho, sobre el fracaso de su intento de ser un músico. Para ello indaga en los objetos que ha dejado. En el trayecto, va recordando cómo su discurso fue distorsionándose hasta el punto de hacerse absurdo, o tal vez no.
La idea que Ricardo tenía de aquella amistad, fundada en la obsesión progresivamente compartida por hallar la verdad (una filosófica y vital), se verá trastocada por la irrupción de un personaje que le exigirá un replanteamiento de todo cuanto aquel músico frustrado le había dicho. ¿Ha logrado su amigo transmitirle los recursos necesarios para emprender la búsqueda de aquella verdad que acaso lo condujo a él al delirio? ¿Todavía es posible elaborar ideas radicalmente nuevas? ¿Puede un crimen marcar el inicio de una nueva sensibilidad?