Los niños, por su misma naturaleza, son muy creativos, tienen una imaginación desbordante, más, si en el hogar hay gente que conversa, cuenta y practica el hábito lector.
El hogar es fuente inagotable para inspirarse, los relatos de los abuelos, los padres, de hechos que recorrieron son muy importantes y nutren el sentimiento intenso del niño.
Toda persona que quiere escribir, primero tiene que leer bastante, porque la lectura agiliza la mente, ayuda a expresarse con propiedad y fluidez y sobre todo, ameniza la vida y humaniza.
El niño primero escucha, luego habla, posteriormente cuenta, después lee y finalmente escribe. Esa es la secuencia.
Alabo la inquietud de los niños. Hay que seguir leyendo y escribiendo. No es tiempo perdido.
Violeta Ardiles Poma
Escritora