Recurrir al derecho comparado ya no es solo una cuestión de necesidad impulsada por los procesos de globalización e internacionalización del derecho, sino también un asunto de buena educación jurídica. El jurista bien educado comprende que, para conocer su propio derecho, debe conocer otros sistemas jurídicos. Para ello, el derecho comparado constituye una herramienta imprescindible que profesores, jueces, abogados y estudiantes de derecho deben conocer, por lo menos, en sus elementos básicos para el trabajo jurídico. El derecho comparado, en ese sentido, es fundamental para la ciencia jurídica actual.