‘Panóptica’, cómic de César Santibáñez y Hugo Espinoza, nos propone lo fúngico como base social. Es fuente de la realidad y de la su propia evasión. Es lo que sostiene a Vladivostok III, un planeta, una colonia, un mundo de humanos en extinción, lo que permanece, lo que se adapta y se repara. Siguiendo la estética del subgénero cyberpunk, representa escenarios sociopolíticos extremos, ofreciendo una visión de la necropolítica como expresión última del poder. El exterminio de la vida en la era globalizada.
En ‘Panóptica’, la propia naturaleza de la historia crece como un hongo. Las redes de micelio, el conjunto de filamentos que forman la parte vegetativa de un hongo, crecen aprisa y se adhirieren al lector sometido por la fantasía del relato. La retórica ci-fi y las metálicas onomatopeyas del futuro se recombinan con nuestras muy actuales preocupaciones: el fracaso de la familia como célula, la reproducción del patriarcado, la decadencia del erotismo fetichista, el desencanto del migrante en una Europa tan contaminada como el paisaje que dejamos atrás. El lector se instala al interior de algo vivo. En espacios que crecen y se regeneran como la única vida sostenible.
Enrique Planas