Orar no consiste en una mecánica y tediosa repetición de fórmulas, sino entablar una relación de familiaridad y confianza con el Señor, sumergirse en los pensamientos y planes de amor que Él tiene para nosotros. Para edificar y mantener esta íntima comunión de vida con Yahvé, los israelitas oraban con los salmos. Incluso Jesús, como cualquier judío devoto de su época, los recitaba y meditaba diariamente. En ellos se habla de enemigos, guerras y catástrofes, pero también de las alegrías de aquellos que viven en armonía con Dios, de los que son felices con la certeza de que el Señor vela por ellos. Este libro propone veintiún salmos de la alegría, precedidos de una breve introducción que lo orientará en su meditación. Con ellos puede acompañar los distintos momentos de la jornada (mañana, tarde y noche) durante toda la semana.
Bérgamo (Italia)
Lic. en teología