Desde nuestra perspectiva, la entronización del Estado soviético como el primer Estado ateísta del planeta, que además estimulaba el desarrollo del ateísmo, ha dejado enormes lecciones, una de ellas la mencionamos en este libro. Las experiencias históricas tanto de los países capitalista-imperialistas, de los países del Este y de los nuestros, si bien pertenecen a la esfera occidental, no siguen el mismo ritmo espiritual y político. Así, el experimento del ex-Estado soviético nos ha servido no de calco, copia e imitación, sino de referente. Nuestra ontología materialista y ateísta tiene el cuidado en expresar su propio contenido histórico-espiritual, enriqueciendo con ello el acerbo materialista y ateísta internacional, y a la inversa.