¿Cómo escribir desde la plenitud cuando la experiencia contemporánea a menudo parece negar esa posibilidad? La pregunta quizás sea otra manera de retomar la conocida interrogante de Hölderlin: «¿Para qué poetas en tiempos de miseria?». Los Cantos arbóreos de Yoni Príncipe ensayan una respuesta que opta por la palabra como modo de reestablecer el dinamismo de un cosmos que se adivina inarmónico. El árbol aquí no es símbolo de fijeza ni de enraizamiento en una tradición, sino agente de movimiento «nacido en el polvo del aire». Los versos vuelven recurrentemente a los mismos motivos —el árbol, el río, el alba, la amada transfigurada en la naturaleza— para celebrar «todas las criaturas prestas a sus voces adoloridas con todas las cosas del amanecer». Cuerpo y escritura, materia y voz, cada uno se nos ofrece como ese pájaro tendido que —nos dice el poeta— es además un libro.
Mateo Díaz