Se trata del misterio de la muerte de Jesús como «mesías» y como «derrotado
» que no se baja de la cruz, porque quiere mostrar que Dios es amor
y solo amor y, por tanto, es el testigo del Dios en el que no hay venganza
ni violencia. Para ello, Severino Dianich nos hace recorrer las distintas
preguntas que todos nos hacemos acerca del enigma de esta muerte.
Ya Henri de Lubac decía que, en Jesús, «Dios ha muerto» pero «los
hombres no saben qué hacer con su cadáver» (véase De Lubac, 1997).