«En estos poemas no hay azar; cada palabra, cada silencio, cada recurso encastra a la perfección y se entrega a una cadencia orgánica que deviene Cautiverio en un viaje onírico poblado de criaturas míticas y personajes bíblicos que suponen la idea de un retorno a lo sacro y eterno cargado de intertextos que Miguel Ángel Galindo construye con gran destreza y con toda la potencia del lenguaje».