Una pelea entre hermanas, las consecuencias de herirse mutuamente, de hacerse daño no solo a través de los actos sino tambien de las palabras, sirve de pretexto para desarrollar toda una historia emotiva de riñas y reconciliaciones, de juegos y uniones sanguíneas, en la que el amor fraternal sale triunfante por encima de cualquier circunstancia. Es, asimismo, el develamiento de un mundo insospechado, en el que seres conocidos mutan de tamaño y apariencia para dar forma a una realidad subterránea, ajena al quehacer habitual, sumida en el fondo de un ropero, donde una suerte de duendecillo se mueve, habla y actúa como en su propia casa. Dos anécdotas similares, aunque ocurridas en distintas épocas, se juntan y entrelazan en un mismo colofón. Y de resultas de todo aquello, brotan los sentimientos más nobles, el cariño natural, la comprensión y la amistosa empatía por el otro, ante la inminencia del castigo o de la injusta reprimenda.