Maykol es un niño inquieto, lleno de preguntas, rodeado de una familia cuyos miembros viven su propia vida, ajenos muchas veces a los juegos y las interrogantes de los pequeños. De padres separados, cada uno al lado de sus nuevas parejas, este infante observa con detenimiento cómo los actos de los adultos no dejan de tener su cuota de inmadurez y recurre a la fantasía, al creerse el Hombre Araña, para sobrellevar ciertas situaciones que, a sus ojos reveladores, resultan incompren-sibles y carentes de inocente lógica, pero que luego sabrá asumirlos como parte de una realidad. Asimilados los superhéroes cual si fueran monstruos, benévolos o malignos, esta misma significación la trasla-dará a los humanos que conviven con él, a sus parientes próximos y lejanos, diferenciados por las acciones que cometen en su diario devenir. Ambientado en una Cuba posrevolucionaria, describiendo la cotinianidad de un hogar común, es el retrato también de una niñez curiosa que advierte el desazón de las mentiras.