Estas son las divagaciones de un bebedor que escribe versos, pero cuyo mejor poema es el alcohol. Como un guiño a los textos confesionales, es una novela que mezcla testimonio, crónica íntima y ensayo memorioso; que apela al divertimento aunque también a la reflexión, sacando en claro que una idea fija, un vicio, una debilidad, acaba por determinar la esencia verdadera y auténtica del individuo. Si filósofos y pensadores a lo largo del tiempo han querido exaltar la importancia del ser humano, aquí la mirada está dirigida hacia las oscuridades que un líquido embriagador puede ocasionar a quien cae en sus encrespados mares y no logra reflotar. Más que una historia de aristotélica narración, es el resultado de una resaca que se va revelando conforme el dolor de cabeza y los vahídos disminuyen. De ahí su hibridez y vuelta de tuerca de un relato sobrio y formal, para ser simplemente literatura, magia verbal develando un discurso ondulante, vertiginoso, alrededor de las botellas de licor.