Atahualpa o la conquista del Perú (1858), drama en cuatro actos y en verso, recrea el final del imperio incaico. Se ambienta en diferentes lugares durante la guerra por el poder entre Huáscar y Atahualpa. Todos los personajes son nobles, mientras que la plebe aparece como una masa apenas referida, vista con cierta distancia. Incluso los nobles incas se refieren a la plebe de forma despectiva. De esta manera se incorpora el pasado incaico al imaginario nacional, mientras muchos diálogos incas reflejan valores patriotas del independentismo criollo, sin considerar a la plebe.