El siglo XXI ha logrado revitalizar el debate académico y la agenda política para desafiar la creciente y alarmante desigualdad social, la cual exploraremos desde una perspectiva arquitectónica y urbana en cómo el espacio físico reproduce y encrudece desigualdades cotidianas. Este giro ético está acompañando de las constantes preocupaciones con un replanteamiento disciplinar en términos teóricos, prácticos y pedagógicos, evitando la retórica social de resultados intrascendentes e inmediatistas.