ISBN 978-612-4433-91-7

Reseña

Memorias de la mañana nos lleva de la mano a la comunión con la naturaleza y con los claroscuros de la condición humana, en el marco de espacios tradicionales o modernos. Y nos recuerda que uno es varios, diversos, múltiples, contradictorios y complementarios, alteridad que le dicen. Fácil es recordar como referentes a Machado, a Gelman, a Dalton, a Yamasato y al Wichy Nogueras en el paisaje hispanoamericano. Más aun a la impresionante galería pessoana y hablar de la persona y la máscara y de manera especial del esotérico Alexander Search. Pero debemos señalar que más allá de los heterónimos y los ortónimos hay un carbón encendido: una herida difícil de restañar, una memoria que rescatar y sanar con la palabra luminosa, el verso hondo, la imagen fulgurante. Ni Vilca ni Shareva ni Orens son seudónimos ni poetas anónimos, ni exóticos ejercicios vanos. Son una ardiente obsesión que se verbaliza, que se hace carne y deseo: un río melancólico que nos reconcilia con la especie humana. Todos ellos provocan, incitan, desafían a Mario Zúñiga Lossio para que transcriba y haga suyo, remontando el Marañón u orillando el Hudson, el oscuro esplendor de nuestra heterogeneidad existencial, encaramado sobre la oscurana en la que sobrevivimos.

Este no es un libro lúdico de poemas. Es un juego de espejos rotos que buscan su restitución en nosotros, sus gozosos pero dolidos cómplices. Y quien suscribe estas líneas no es más que una apagada versión de alguien que alguna tarde, entre el aroma de las pomarrosas y el filo de un cuchillo, consintió que lo llamaran, a veces, Hildebrando Pérez Grande.