Este es uno de esos libros que no se parecen a nada: un libro cuyo estilo y cuyos temas casi no tienen que ver con la tradición de la poesía peruana, ni con ninguna tradición, quizá, salvo esa delgadísima y afilada vertiente de rockeros (ahí están Bob Dylan, Leonard Cohen y Luis Alberto Spinetta, pero también Nick Cave o Shane MacCogan) que se sientan frente al escritorio para testificar su propia combustión. Sí: Gabriel Gargurevich es el ex frontman de una legendaria banda de punk rock y “Pogo en el bosque” es un libro que lleva esa impronta: su urgencia es la urgencia de la exploración del deseo y de la expiación de las culpas, y su aliento es el de la cacería desesperada e imposible de visiones salvíficas en medio de la jungla urbana, la terrible Lima, de la que siempre se quiere escapar. ¿Qué le queda al lector o a la lectora al final de este vertiginoso conjunto de poemas? Pues no poco: la sensación de haber realizado un viaje a la selva y al mar al mismo tiempo, la posibilidad de la ternura y el consuelo más puros bajo los latigazos del dolor y las cadenas de la miseria moral, y sobre todo un puñado de imágenes reveladoras, reverberantes, que nos dicen una y otra vez que estar en el mundo es una experiencia absurda y mágica. Una experiencia que –si abrimos los ojos lo suficiente– bien vale la pena ser vivida.
Diego Otero.