Pese a que alcanzó notoriedad tras la obtención del primer premio del concurso “El cuento de las mil palabras” de la revista Caretas en 1990, fue con la publicación de Un único desierto, en 1997, que la narrativa de Enrique Prochazka fue elogiada unánimemente por la crítica. Se le atribuyó un evidente cuidado y pulcritud en el lenguaje; la llamativa ficcionalización de los hechos históricos; la afinidad por las referencias geográficas, históricas y de personajes clásicos como Ovidio y Herodoto; y, en especial, el empleo del elemento paratextual en la narrativa.