La poesía de Ana Varela Tafur responde a los estímulos del mundo: del asombro que encauzan los universos amazónicos, los cuales ofrecen un repertorio que anima su obra. Ríos, cochas, humedales, cauces, cielos escarpados y nublados, lianas, playas, estancias y puertos conforman los puntos de enunciación de su poesía, desde donde la Amazonía se manifiesta en movimiento. Para el ingreso a aquellos mundos, se adopta la perspectiva de la travesía fluvial. Con este mecanismo su poesía transita por espacios vivos y, en ese recorrido, disputa los imaginarios fosilizados sobre la Amazonía. Esta ya no es un paisaje deshabitado de las imaginaciones coloniales, sino un espacio de interacción humana: se revela sentida, escuchada y observada. En Estancias de Emilia Tangoa (Premio Nacional de Literatura, 2023), el énfasis se vuelca a un presente al cual se accede a través de la máscara de Emilia Tangoa. Un mundo que animaba la vida, de pronto, se consume en la cadena extractiva, en los metales pesados, en los ríos muertos. Los lugares recorridos parecen agonizar —incluso la anterior grandeza de Iquitos—; y esa agonía contrasta con el material vital que restituye la poesía. Tanto en el pasado como en el presente, la escritura, desde Lo que no veo en visiones (Premio Copé de Poesía, 1991) se encuentra siempre para Varela en la función de develar y reimaginar la memoria de la Amazonía. (Miluska Benavides)