Adolfo Zelada Arteaga pertenece a la genial generación de guitarristas nacidos en la década de 1920 que, algunos años después, serían los principales responsables de la construcción de una de las tradiciones más
importantes de la guitarra criolla en el Perú. Su trabajo como compositor, arreglista y músico de sesión de innumerables producciones fonográficas contribuyeron a transformar la forma de ejecutar la guitarra de los
tradicionales géneros y formas musicales de costa, pasando de un rol limitado a los bordones o bases rítmicas, a uno de liderazgo en el desarrollo de ornamentos o “floreos” para la construcción de secuencias
melódicas. Manuel Acosta Ojeda solía considerar los casos de Adolfo Zelada, Augusto Ego Aguirre, Óscar Avilés y Armando Salazar —nacidos alrededor de aquella década auroral— como los pioneros de este
fenomenal proceso de nuestra música de costa.