Todos la utilizamos y hablamos de ella: en la casa, en las escuelas, en el trabajo, en los diferentes negocios; por donde estemos: con familiares, amistades, con compañeros de clases o de trabajo, en la calle o en los mercados, con conocidos y desconocidos; nos la hacen recordar nuestros padres o los hijos, nuestros jefes o colaboradores, nuestros mayores hasta los menores; no se cansan de repetir: los profesores, los curas y pastores, autoridades, políticos, hasta los brujos y chamanes.
Los optimistas piensan que siempre la van a tener, los pesimistas creen que nunca la tendrán. A otros, así como les aparece igual de fácil se les va, a pocos les da lo mismo tenerla o no; cuando nos falta la invocamos con desesperación y cuando la tenemos no sabemos preservarla. Muchas veces tenerla nos cuesta mucho y nos intimida cambiar.
Todos alardeamos cuando la sentimos y dudamos que otros la posean, es que ella es la vedette de la vida, es simpática, sensible, honesta, respetable, íntegra, leal; a la vez trasnochada, añorada, bendecida, esquiva, firme, terca que nos ha hecho y hará padecer, y tener alegría o pesares en varios momentos de nuestra existencia. Se podría pensar que es así sólo con uno, no, no es así, todos, casi todos tenemos que ver con ella, es que la CONFIANZA marca nuestros pasos – también los desmarca -, igual lo ha hecho con este libro, y aspiro tener la confianza de que leerán los once relatos que he escrito en forma amena, entretenida, ingeniosa, que tiene mucho que ver con nuestra realidad y nuestros sueños.