Con filigranada pluma nos muestra el ámbito de su inspiración: la noche, desde cuyos ángulos afloran la variedad de imágenes danzantes y que son las proyecciones de la vida y la muerte, en esa dicotomía que él también lo define como parte ineludible de la existencia humana, y mucho más del hombre andino, que está pendiente de ambos flancos que van paralelos a sus vivencias: la vida y la muerte, mostrados como parte integrante y ya familiar en el sufrimiento y el dolor de los hombres en estos difíciles y cruciales momentos por los que va transitando a trancos la enferma humanidad.