¿Por qué es imprescindible leer este libro? Son muchas las razones.
Una de ellas —y parafraseando al autor— es bastante simple: Retratos fracturados desentierra aquello que se juró enterrar. Aquí asistimos todos a la contemplación de un alma rota, a un escaneo al interior de una memoria atormentada por una pasión que terminó pero que aún subyace en cada movimiento del cuerpo que palpita todavía, como si fuera una mera extensión de un recuerdo que siente y está más vivo que nunca. Aquí el tiempo existe en función a la persona amada, deseada. El autor invita al lector atrevido —a través de una prosa llena de emoción, nostalgia y poesía— a ser parte de la intimidad del protagonista que sufre obsesionado la pérdida del afecto y del placer. Y es que todos nosotros, en cierta medida, hemos transitado por vínculos cuya intensidad nos construyeron (o deconstruyeron) para convertirnos en quienes somos ahora.