En los brazos del viento evoca un viaje hacia las profundidades de las emociones más íntimas y universales, con una intensidad que recuerda pinceladas de la pluma de Rainer Maria Rilke: "La verdadera patria del hombre es la infancia." En cada poema, se siente un retorno a los orígenes, un anhelo por recuperar esa esencia perdida en medio del caos de la vida adulta, donde la poesía se convierte en un refugio frente a la tormenta que azota el alma. Tras leer En los brazos del viento, uno no puede evitar recordar algunos versos del poema “Los heraldos negros” de César Vallejo, quien escribió con un dolor que parecía sobrepasar los límites de lo humano. Este dolor, presente en cada poema de Luis Mitma, especialmente en "Angustia" y "Olvido", es similar al sentimiento que Vallejo describió en su poema "Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!". Del mismo modo, Mitma también se enfrenta a esos golpes, a la lucha interna entre el deseo y la realidad, entre la nostalgia y el olvido.
Cada sección del poemario, resuena con la melancolía del pasado, como si el poeta quisiera atrapar el tiempo que se escapa entre sus dedos, un tiempo en el que "es efímero el presente e incierto el futuro". Por ejemplo, en "Tiempo" este tema se explora con una lucidez que recuerda la meditación existencial de Rilke en sus "Elegías de Duino", donde el tiempo y la memoria también juegan un papel crucial en la comprensión de la propia existencia.
El amor es un tema recurrente en este poemario. Se aborda con la crudeza y la honestidad que caracterizan a los grandes poetas. Así, en "Anhelo" y en "Amantes", el amor es presentado no como un idilio, sino como una batalla constante, un campo minado de emociones contradictorias que amenazan con destruir al amante; pero que también le dan vida. Como Vallejo, Luis Mitma parece entender que el amor es "una herida que duele y no se siente". Así, el tono del poemario, impregnado de una tristeza serena, invita al lector a sumergirse en sus propios recuerdos y emociones, a enfrentarse a sus tormentas internas. Y es en esta confrontación en que la poesía encuentra su verdadero poder, su capacidad de sanar y destruir al mismo tiempo. Tal como Rilke dijo una vez, "La única verdadera tristeza es no haber sido un poeta". Por eso, el autor de En los brazos del viento nos muestra que, en medio del dolor y de la desesperanza, la poesía es la única respuesta posible, el único camino hacia la redención.
En suma, En los brazos del viento es un canto a la nostalgia, al amor perdido, al tiempo irrecuperable. Es un reflejo del alma humana en su estado más vulnerable, un eco de las voces de Rainer Rilke y de César Vallejo, quienes nos enseñaron que la poesía es, en última instancia, un acto de valentía, una forma de enfrentarse a las verdades más amargas de la vida. Una valiosa opera prima la de Luis Mitma Sulca a quien se le augura una prolífica trayectoria lírica.
Edward Faustino Loayza Maturrano