"Tenemos rabia. Rabia ante la invisibilización constante de nuestros abusos. [...] Rabia y miedo de ser agredidas, asesinadas, olvidadas. [...] Nos tocaron muchas veces en la calle y vivimos en carne propia el acoso impune. [...] Nos denigraron. [...] Nuestro testimonio siempre está en tela de juicio, [...] nunca es suficiente. [...] La impunidad del abuso, de la violación, está normalizada y la revictimización constante es insoportable. Aun así, nos odian cuando salimos, en masa, a decirles que ya no toleramos su maltrato, violencia y tortura".