El mercado envuelve múltiples aristas que dejan en evidencia que el consumo se desarrolla en un escenario imperfecto, el cual soporta inhóspitas situaciones que impiden lograr un proscenio ideal, libre de impactos negativos e irreversibles, en razón a variables insoslayables como la competencia imperfecta, las externalidades, la gratuidad de los bienes públicos y, en especial, la asimetría informativa. Por ese motivo el derecho, en la máxima expresión de su esencia normativa, se abre paso por sí mismo y se convierte en oportunidad y respuesta para afrontar y avasallar nuevos retos a través del derecho a la protección y defensa del consumidor.