No puedo reprimir mi indignación por la catástrofe de la Biblioteca Nacional de Lima (incendio ocurrido el 10 de mayo de 1943, presuntamente a causa de un cortocircuito), y me apresuro a decirte que me tienen ustedes a sus órdenes para colaborar en lo que pueda ayudarles, a fin de desagraviada. He resuelto invitar a mis amigos del extranjero y de este país para que nos presten su colaboración en el momento recostructivo, una vez que tenga edificio propio la nueva Biblioteca. Ya le comunicaré lo que vaya ocurriendo.