Cuando Itzán se queda a dormir en la casa de los abuelos, siempre les pide cuentos para dormir, no uno, varios. Prefiere los cuentos cortos para escuchar muchos antes de acostarse. Esta noche le toca el turno de la mamama; ella le narra una historia sobre las gallinas prófugas y de los perros que van en su búsqueda pensando en lo peor, para al final darse con una sorpresa. Cuando le toque el turno al papapa, Itzán se convertirá en el protagonista de la historia y tendrá la misión de encontrar algo delicioso en un árbol de frutas que llega hasta el cielo para calmar el hambre feroz del abuelo; no encuentra ninguna fruta, pero no baja con las manos vacías.